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martes, 26 de febrero de 2019

LA PROHIBICIÓN DE MALDECIR A OTRO JUDÍO - Rav Berl Schtudiner

Está escrito en la sagrada Torá Elohim Lo Tekalel –Elohim no maldecirás- (Shemot 22) interpreta la traducción aramea, el Targum Onkelos, que se refiere a no maldecir al juez. Y así lo enseña el Talmud (Sanedrín 66) donde afirma que la expresión “Elohim” no se refiere a D-os sino al juez.

Escribe en otro lado la Torá Lo Tekalel Jeresh –No maldecirás al sordo- (Vaikra 19).
De lo que aprendemos que no se puede maldecir a ninguna persona de Israel, y el versículo hace referencia al sordo pues aún cuando no oye y no se da por aludido de todas formas está prohibido maldecirlo, pero eso no excluye a cualquier individuo de Israel que asimismo está prohibido maldecirlo aún si no oye la maldición, por ej. si está dormido ya que no es menos que el sordo.
Y por supuesto si está despierto y lo maldice directamente no solo trasgrede esta prohibición sino también la de “Lo Tonu”, o sea hacer sufrir a otro judío.
Estas leyes fueron dictaminadas por todas las autoridades, como Rambam, Sh. Aruj, etc. por lo tanto se debe poner especial cuidado en no maldecir a ningún individuo de Israel, incluso a uno mismo, como está escrito “y cuidarás tu alma mucho”. En caso de maldecir a un juez se transgreden dos prohibiciones, la de maldecir a cualquier judío y la de maldecir a un juez.
Afirma el Talmud (Sanedrín 48ª) que las maldiciones que le propinó el rey David a Yoab ben Tzeruia se cumplieron en la descendencia de David. Aprende de esto la obra Sefer Hahasidim que en ocasiones la maldición no se cumple gratuitamente, pues aquello que maldijo David se volvió hacia su propia descendencia, más aún si quien maldice lo hace sin motivo válido que dicha maldición puede volverse en su contra. 
Es conocido el pasaje del Talmud (Meguilá 15) que afirma que no se debe tomar en forma ligera la maldición de una persona común, pues el rey Abimelej maldijo a Sara y se cumplió dicha maldición en su descendencia (de Sara).
Y aunque generalmente vemos que las maldiciones no se cumplen, de todas formas escribe en la obra Pele Yoetz que quizás la maldición expresada en un momento válido sí se materialice. Y quien maldice deberá afrontar las consecuencias ante el amo del mundo por maldecir a otro judío.
Y si encontramos en distintas ocasiones que algunos sabios maldijeron y sus maldiciones se cumplieron, es porque existen personas que no son consideradas parte del pueblo de Israel y es permitido maldecirlos. De todas formas a un individuo digno de Israel es prohibido absolutamente maldecirlo.

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